Voy a comenzar a cortar y pegar esta oración en cada respuesta: dígalo conmigo, “no querer subsidiar algo con dólares de los contribuyentes no significa que lo odie”.
Las quejas contra el CFPB son muy parecidas a muchas otras agencias gubernamentales. Las buenas intenciones y un buen nombre que suenan no son razón suficiente para gastar cientos de millones de dólares de los contribuyentes. Al igual que todas las agencias gubernamentales, nadie se molestará en verificar si el CFPB realmente logra algo cercano a lo que se necesitaría para justificar lo que cuesta ejecutar. Sus poderes están mal definidos y son propensos a abusos arbitrarios por parte de reguladores poco capacitados. Sus acciones ejercen un impuesto oculto sobre los productos financieros, aumentando los costos para los consumidores. También se le dio una estructura de financiamiento única (que involucra a la Reserva Federal) en un intento de evitar la supervisión del Congreso o del Poder Ejecutivo.
En resumen, una agencia gubernamental con mucho poder y sin supervisión que consume mucho dinero y produce un valor cuestionable a cambio de los consumidores.
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