Sobrevivir a los textos de los períodos clásico griego y romano indica que las personas consideraban comúnmente que sus pensamientos eran generados desde afuera, por dioses u otras fuentes como “el poder de predecir el futuro” y que los sueños eran “mensajes de los dioses”. Las creencias que sobreviven hoy en día, incluso entre algunas personas, son sorprendentes.
Existen funciones autonómicas y automáticas en el cerebro. Las funciones autonómicas son mantenernos respirando y nuestros corazones latiendo sin que nosotros tengamos que pensar en ellas cada segundo de nuestras vidas. Aparece que es automático cuando los “pensamientos aleatorios” provienen de las horas de sueño y vigilia. Pero la función del neocórtex es definitivamente como herramienta de resolución de problemas.
El pensamiento “aparece en” la conciencia de todos. No hay ninguna pista de dónde provienen, por lo que asumimos que son automáticas, pero la evidencia es que no lo son. Desde hace tiempo se sabe que los dos hemisferios de nuestro cerebro tienen una función diferente, pero se comunican a través del cuerpo calloso. De Wikipedia: el cuerpo calloso es una banda gruesa de fibras nerviosas que divide los lóbulos de la corteza cerebral en los hemisferios izquierdo y derecho. Conecta los lados izquierdo y derecho del cerebro permitiendo la comunicación entre ambos hemisferios.
La clave aquí es que un lado del cerebro no es verbal. Nuestros pensamientos conscientes provienen del hemisferio verbal, pero solo obtenemos imágenes y símbolos de la región no verbal. Ambos lados están trabajando, a menudo en la misma tarea, pero los “pensamientos saltan a la cabeza” porque el lado consciente ha traducido los “pensamientos” del lado no verbal, el llamado “inconsciente”. Las encefografías muestran que algo sucede en nuestro cerebro las 24 horas del día, los 7 días de la semana, pero las tareas y los modos se llevan a cabo “según sea necesario”. Partes de nuestro cerebro se entregan o pasan procesos todo el tiempo. Nuestra interpretación consciente es “fuera de lugar”, por lo que, sin la investigación moderna, todavía estaríamos pensando en nuestros cerebros como “centros de mensajes” en gran parte dirigidos por los dioses.