El narcisismo clásico es una creencia que uno tiene, que se siente como un profundo sentimiento de superioridad exagerada, debido al éxito, la posición o el estatus alcanzado, que surge como resultado de la incesante reiteración de los ideales encarnados percibidos y el autoengrandecimiento.
Este exceso de confianza es el impulso de una fachada de la infancia, en la que se alimenta de una narrativa sesgada de cómo son grandes, por lo general se aprenden a través de los padres y el adoctrinamiento de la sociedad.
El narcisismo compensatorio es una manifestación del mismo engrandecimiento, pero con una falta de capacidad para cumplir con los estándares establecidos por los padres y la sociedad. Entonces, en compensación, se convierten en mentirosos patológicos con la esperanza de mantener lo que se les enseñó que era importante en sus años de juventud.
Entonces, donde un padre que es trabajador, innovador y humilde. Al ver que sus esfuerzos le brindan “felicidad” puede, con el tiempo, convertir esa felicidad en un sentimiento de justicia propia y juicio.
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Mientras que el hijo, que vivía bajo la sombra del árbol plantado por el arduo trabajo de sus padres, no conoce los pasos, a pesar de que puede disfrutar del fruto del trabajo de sus padres, ganando así el complejo de superioridad. Y así, cuando el hijo se hace cargo de su ineptitud, finalmente se manifiesta. Luego, la presión de la importancia percibida de mantener todo como idílico, se convierte en la misión, en lugar de examinarla honestamente. Habla de vivir en el infierno.
L&L