Utilizo una técnica a la que llamo seguimiento cuando quiero rastrear los orígenes de mis pensamientos. Se necesita cierta práctica tranquila y enfocada para hacerlo bien, y es muy útil. Es el mismo método que utilizas mientras resuelves un rompecabezas de palabras cruzadas o un rompecabezas de Sudoku.
Al final de cada pensamiento, te enfrentas a varios pensamientos y sigues uno de ellos mientras ignoras el otro. Tu mente repite esto hasta que te enfrentas a un callejón sin salida, y ves pasar otro pensamiento y seguirlo de nuevo.
Además, a veces descubro que no es solo mi mente consciente la que hace preguntas, sino que hay emociones reales detrás de mis preguntas. La curiosidad, la curiosidad, el coraje, la certeza dudosa, el desprecio por las explicaciones existentes, etc. me motivan a hacer preguntas.
Este descubrimiento es en realidad más significativo y satisfactorio para mí desde la perspectiva de su pregunta, porque conecta la mente con las emociones, y ahora tengo una profunda convicción de que estos dos están conectados.
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