¿Entonces con tu lógica, sentimientos o pasiones?
Nos gusta decir que “tenemos un presentimiento” sobre algo. Resulta que, muchas culturas antiguas estuvieron de acuerdo. Los griegos creen que nuestras emociones vivieron literalmente en nuestras entrañas, y no solo fueron creadas en ellas. La antigua cultura védica y china (y muchas otras) también ubican el amor y otras emociones no en el corazón, sino en el estómago. La civilización desde lo más lejano que puedas mirar localiza “emoción” y “amor”, lo que llamaríamos “el núcleo” o “tripa”.
- “¿Me siento bien con esta persona o elección?”
- “¿Esta persona o situación me da o toma mi energía?”
- “¿Me siento con poder o sin poder?”
- “¿Voy hacia una aventura o huyendo del miedo?”
- “¿Estoy escuchando mis lecciones aprendidas del pasado?”
- “¿Haría la misma elección si tuviera un millón de dólares en mi bolsillo ahora?”
- “¿Me siento respetado y valorado?”
- “¿Estoy tratando de controlar la situación o estoy dejando espacio para la expansión?”
A partir de aquí, solo es cuestión de confiar en las respuestas cognitivas y emocionales para descubrir la manera correcta de hacerlo.
SOBRE EL AUTOR
- A menudo, mis labios se mueven ligeramente después de que termine de hablar (repitiendo lo último que dije). ¿Es esta palilalia o algo diferente?
- Mi madre me ha dicho que me mate en varias ocasiones (con total seriedad). ¿Cómo debo lidiar con esto?
- ¿Cuáles son las consecuencias prácticas del día a día de la apatridia?
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Lydia Dishman es una periodista de negocios que escribe sobre la intersección de tecnología, liderazgo, comercio e innovación. Es colaboradora habitual de Fast Company y ha escrito para CBS Moneywatch, Fortune, The Guardian, Popular Science y New York Times, entre otros.
El resto de la lectura aquí vale la pena leer sobre el tema. Todas las fuentes señaladas.
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Hay dos tipos generales de toma de decisiones. Uno requiere investigación y un pensamiento cuidadoso en cuanto a resultados probables. El otro simplemente va con la tripa.
Puede tener sentido seguir con lo último en asuntos del corazón, pero una serie de estudios científicos recientes muestran que en los negocios, la voz interna que trabaja en concierto con información fría y difícil podría conducir a una mejor toma de decisiones.
EL GUT ES MÁS RÁPIDO QUE LA MENTE
El neurocientífico Antonio Damasio de la Universidad del Sur de California nos dice que es importante prestar atención a los “marcadores somáticos”. Se origina en la ínsula (la isla en el cerebro responsable de las emociones sociales como el orgullo o la culpa) y la amígdala (que nos indica respuesta a las amenazas), envían mensajes de que algo se siente bien o no. Cuanto más preste atención al resultado de confiar en su intuición en combinación con los hechos, mejor será su futura toma de decisiones.
Damasio probó esta teoría en un experimento llamado Iowa Gambling Task, en el que los sujetos podían elegir entre mazos de cartas para ganar dinero. Entre las opciones: dos cubiertas “buenas” que obtuvieron ganancias consistentes y otras dos con tarjetas de mayor riesgo. Aunque tomó cerca de 50 tarjetas para tomar la decisión de cambiar de mesetas y de 80 para explicar por qué, también se estaba monitoreando la piel de los sujetos para responder al estrés. La reacción física mostró que, después de sacar solo 10 tarjetas de riesgo, el cuerpo ya mostraba signos de ansiedad, lo que significaba que sus sentimientos disparaban señales más rápido que el pensamiento racional.
Aunque los marcadores somáticos no son 100% confiables, no deben ignorarse.
LA FORMA CORRECTA DE RESPONDER AL RIESGO Y LA INCERTIDUMBRE
Shabnam Mousavi, un profesor asistente en la Escuela de Negocios Johns Hopkins Carey, está realizando una investigación más reciente sobre la complejidad de la toma de decisiones basadas en sentimientos viscerales. Es la autora principal de “Riesgo, incertidumbre y heurísticas”, un artículo que explora la idea de que la intuición puede ser una herramienta más útil que el cálculo deliberado en ciertas situaciones.
Su investigación profundiza en el trabajo del ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman, que mostró la frecuencia con la que los humanos eligen hacer un juicio rápido basado en la intuición, en lugar de deliberar con la información disponible.
Mousavi propone que demasiada información puede ser tan engañosa como un presentimiento en algunos casos. Un ejemplo vino de interrogar a estudiantes alemanes y estadounidenses para ver si podían adivinar qué ciudad era más grande: Detroit o Milwaukee. Puntaje: Alemanes 90% correcto contra americanos 60% correcto.
¿Por qué?
Porque los alemanes simplemente escogieron el que habían escuchado más y adivinaron que era el más grande de los dos. Los estadounidenses, armados con el “conocimiento” de estas ciudades no alcanzaron lo obvio, y fallaron.
Si bien esto parece un ejemplo simplista, los investigadores señalan que, dado que dos ciudades de las que los estudiantes nunca habían oído hablar, habrían cambiado dramáticamente los resultados. Del mismo modo, algunos novatos en finanzas no tienen problemas para elegir mejores acciones que un experto experimentado, pero les dan una cartera de marcas irreconocibles y observan cómo cambia el juego. Lo que valida la teoría de Damasio de que la experiencia de confiar en el instinto y hacer algo bien o mal es clave para tomar buenas decisiones.
Mousavi sostiene que es importante llevar un paso más allá la toma de decisiones intuitiva al reconocer por qué las personas han desarrollado tales instintos y el mejor lugar para usarlos.
Si bien los negocios prefieren hacer un análisis de costo / beneficio y un enfoque racional antes de decidir qué camino tomar, en un artículo para The Hub de Johns Hopkins, Mousavi recomienda una alternativa:
Cree un árbol de decisiones que comience con la pregunta fundamental: “Si se produjera el peor escenario de una propuesta, ¿podría sobrevivir?” Si no, no lo busque. Si es así, la siguiente pregunta podría ser si la compañía estaba bien posicionada como primera empresa de mudanzas en un área. Al tomar cada decisión de manera secuencial, la compañía puede limitar su información de manera más efectiva a factores relevantes, evitando la sobrecarga de información y sin intentar cuantificar lo que no se puede cuantificar.
Cuando piense en la cantidad de datos que nos llegan en un momento dado: más de 100 mil millones de correos electrónicos se envían y se reciben todos los días solo en este año, puede que haya algo que decir para detener la redacción de información que amenaza con obstruir nuestro cerebro. Con hechos inútiles.