Crecí en una familia de clase media que nunca carece de nada. Mi padre, por otro lado, tiene una historia de harapos a riquezas.
A menudo nos contaba a mi hermana ya mí las historias de cuando estudiaba bajo las luces de las calles o caminaba kilómetros a la vez para ahorrar dinero en el transporte. Siempre solíamos poner los ojos en blanco, habiendo escuchado estas historias un millón de veces. Teníamos simpatía y no empatía. Y eso es obviamente porque nunca vimos nada de lo que dijo desde cerca.
No fue hasta que fui a la escuela de medicina que me di cuenta de que lo que mi padre solía decir era la punta del iceberg. Al escuchar las historias de los pacientes, me di cuenta de que incluso mi padre estaba bien en comparación con ellos.
Anteriormente, habría seguido los pasos de María Antonieta y hubiera dicho que si no podían comer pan, comían pastel. También solía pensar que las personas eran pobres porque eran perezosas y, una vez que te lo propusiste, podías lograr cualquier cosa. Si mi papá pudiera hacerlo, cualquiera podría hacerlo. Eso fue hasta que conocí a varias personas y me di cuenta de que la pobreza no se debe a las acciones de los individuos sino a las circunstancias de la sociedad que la condujeron.
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- Cómo dejar de sentirte triste y desesperanzado, y dejar de revivir estos recuerdos.
Lo que quiero decir con mi larga publicación es que la empatía se entiende definitivamente solo si experimentas la misma situación o la ves por ti mismo. De lo contrario, todo lo que tienes es realmente sólo simpatía.