Un filósofo de la ética ha visitado las cárceles para hacerles preguntas sobre la moralidad.
Sus respuestas mostraron una comprensión extremadamente confusa y equivocada de cómo se hacen los juicios morales. Ejemplo: cuando se le preguntó cuál sería el peor crimen que podía imaginar, sugirió “robar a la reina”.
Esta respuesta reflejó la tendencia a asociar lo correcto y lo incorrecto con reglas arbitrarias, el ejercicio del poder, las figuras de autoridad y el castigo. Era “incorrecto” ir en contra de las reglas y la autoridad, y “mal” en su mayoría significaba que podías ser castigado.
El cine y la literatura han popularizado la idea de los psicópatas como fríos, calculadores y astutos: sus mentes afiladas se liberan de los escrúpulos y los límites morales de las personas normales.
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Pero en realidad solo son muy deficientes en ciertos tipos de pensamiento, especialmente aquellos que requieren empatía. No van más allá del Bien y del Mal como los Espíritus Libres imaginados por Nietzsche; de hecho, luchan, como los niños en edad preescolar que aprenden Teoría de cuerdas, para comprender los conceptos básicos.