Soy uno de esos enemigos por un par de razones importantes.
Microsoft tomó la decisión desde el principio que, a diferencia de Linux, cualquier programa podría instalarse y ejecutarse. Esa decisión llevó a miles de millones, posiblemente trillones, de horas de trabajo que se malgastaban donde las personas tenían que lidiar con discos duros cada vez más lentos. Si alguna vez ha tenido que reinstalar Windows y todos los programas y controladores, apreciará la tarea de la que estoy hablando.
En segundo lugar, el monopolio de Microsoft había llevado a la gente a pagar por productos mediocres. Trabajo como programador y me encuentro jurando a diario en los productos de Microsoft. Usaría los programas de otras compañías, pero Microsoft ha logrado extinguir casi todas las alternativas en mi campo.
En la computadora de mi casa corro exclusivamente Linux. Funciona de manera constante, nunca se infecta con nada y todos los programas que uso funcionan bien y son gratuitos. La distribución particular que utilizo es mantenida por una docena de voluntarios que empaquetan programas creados por la comunidad de código abierto.
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Los programas informáticos nunca tuvieron que costar un brazo y una pierna. Eso fue solo los multimillonarios que te estaban diciendo eso.