Estar presentes, ser vulnerables y auto-aceptados están anidados en una realidad esencial que nos dice que nada es estático. Todo está vivo y continuamente se mueve y cambia. Por eso la espiral es uno de los símbolos más antiguos que encontramos en el mundo. Ejemplifica el movimiento incesante de todo y de todo. Continuamente nos moveremos en los ciclos de la vida; si nos movemos hacia arriba o hacia abajo en la espiral es nuestra opción.
Mientras participamos en estos ciclos naturales, aprendemos más y, con suerte, nos convertimos en seres humanos más profundos que pueden ser más útiles para los demás, siempre nos esforzamos por mantenernos atentos, permanecer presentes en cada momento y permanecer abiertos a nuestro entorno, a nuestra vida interior y más grande. Percepciones que pueden (y nos aparecerán) a nosotros. Es precisamente al mantener este enfoque y mantener el ritmo natural del movimiento que impulsa todo, que aseguramos un buen futuro. Un excelente futuro se compone de magníficos días presentes juntos.