La mayor parte de mi infancia estuvo llena de travesuras en las que hice algunas cosas imperdonables en pequeña capacidad. Si bien creo que me perdonaron debido a mi edad, mi inmadurez y, por lo tanto, la falta de saber realmente lo que estaba haciendo, estoy seguro de que no sería tan indulgente si fuera testigo de otra persona haciendo lo mismo.
Ejemplos:
- Gritándole a mi abuela porque criticaba mis actuaciones en la escuela. La criaron en un momento, lugar y era en el que las niñas no eran realmente enviadas a la escuela, y la reprendí con comentarios tales como: “¡Al menos voy a la escuela!”
- Tirar objetos de valor fuera de la casa porque no estaba contento de no conseguir lo que quería. Esto incluiría ídolos religiosos (a menudo hechos de oro o plata) que dejaría en las calles junto a arbustos y raíces de árboles.
- Orina en la cocina (yo tenía dos años y estaba enfadada porque no había comida inmediata)
- Quitándome los aretes por atreverse a recogerme.
- Verter agua en tías y tíos durmientes para separarme de mi madre durante una buena noche de sueño.