La respuesta más fundamental es que nuestro control sobre nuestros ingresos y nuestros gastos es incompleto e imperfecto. Esto limita nuestra capacidad de seguir un plan y alcanzar nuestras metas.
Más comúnmente, nuestros gastos aumentan de manera imprevista. Los precios suben. Los niños necesitan frenillos. Alguien se enferma. El coche no dura tanto como esperábamos. Así que no ahorramos tanto como habíamos planeado.
Con menos frecuencia, nuestros ingresos disminuyen debido a una recesión, a la mala administración de nuestra compañía o a las grandes fuerzas del mercado. Así que agotamos nuestros ahorros.
Y, por supuesto, es difícil invertir nuestros ahorros. Una simple cuenta de ahorros realmente perderá el poder de compra a la inflación en algunos años. La promesa de altos rendimientos siempre incluye un mayor riesgo que una simple cuenta de ahorros. Entonces, incluso si nuestros ingresos, gastos y ahorros se ajustan a nuestros planes, nuestros resultados reales pueden caer por debajo de nuestras metas durante un período de años.
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El éxito financiero es difícil. Cuanto más altos sean tus objetivos, más difícil será lograrlos. Hasta cierto punto, puedes trabajar más duro y ahorrar más de lo que esperas que sea necesario. Pero la suerte juega un papel más importante en nuestras vidas de lo que nos sentimos cómodos admitiendo.