Siempre somos una mejor persona en nuestra cabeza, moralmente. Juzgamos a los demás por sus acciones y explicamos las nuestras. Castigamos a otros por hacernos mal, y esperamos perdón cuando cometemos algo mal sin intención.
Así son los humanos.
Fui percibida como una niña estudiosa egoísta, con estrictos principios disciplinarios, que tenía serios problemas de juicio para las personas que la rodeaban de acuerdo con las normas establecidas por la sociedad. Yo era la sociedad, de la que la gente tiene miedo.
Esto me di cuenta en múltiples ocasiones, lentamente, durante un período de tiempo. Probablemente, durante un período de muchos años, y desde entonces he tratado de cambiarme. Cambio … no para nadie más, sino para mí. Estar más abierto a las personas, dejar que la energía fluya fácilmente, ser un buen conductor de vibraciones positivas y evitar la negatividad. Todavía siento que vuelvo a cerrar en un entorno regresivo o poco cooperativo, pero también estoy trabajando en eso.
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El motivo de preocupación no es la situación que le hizo darse cuenta, sino la realización en sí misma. Puede venir en un segundo, o, pueden pasar años juntos. Y el factor más importante es qué haces una vez que te das cuenta de la realización.