Creo que tenía unos ocho años, cuando me di cuenta de que había algunas cosas que entendía a un nivel más profundo que los adultos que intentaban “enseñarme”.
La primera vez que esto sucedió fue en la Escuela Dominical, donde noté que las preguntas que formulé no fueron respondidas con hechos como en la escuela entre semana, pero solo con sentimientos vagos que no respondían nada. También me di cuenta de lo importante que era para esos adultos que compartiera esos sentimientos con ellos, a pesar de lo vagos e intangibles que eran en realidad. Parecía que necesitaban mi creencia para justificar la suya. Tanto es así, que, como un niño de ocho años, sentí que me estaban pidiendo que los apoyara, en lugar de hacerlo al revés. Más concretamente, ¿por qué NECESITAN eso de un niño pequeño?
Así que sí, estaba pensando por mí mismo … ¡Y esa realización fue la segunda cosa más importante que aprendí ese día! Os dejo lo que fue la primera y más importante realización.
- ¿Los juegos afectan el pensamiento de los niños?
- Cómo averiguar mis intereses
- ¿Alguna vez has pensado profundamente sobre nuestra existencia? En caso afirmativo, ¿a qué conclusiones llegó (por su cuenta)?
- ¿Qué puedo hacer para ayudar a liberar el estrés?
- ¿Cómo y por qué la popularidad de una cosa influye en tu actitud hacia ella?