Algunos, o probablemente la mayoría o incluso todos, lo hacen.
Esto puede ser un desafío profesional, uno personal, uno jerárquico, uno ideológico o algo completamente distinto. La filosofía, la ambición, el respeto personal, el estatus social y las complejidades de tratar de drogar las luces de día de alguien pueden crear situaciones de adversidad, instrucción, frustración o incluso apreciación.
Lo que varía más es cómo las personas responden a estos desafíos. Pueden ser mezquinos, constructivos, iracundos, interesados, desalentados, desdeñosos, evitadores o cualquier otra cosa. Creo que una de las mejores maneras de medir la calidad y la inversión de un médico es cómo responden a la experiencia de ser desafiados.
El dogma dominante en la psiquiatría dicta que los psiquiatras permanecen en control, con autoridad y la pretensión de un amplio entendimiento. Algunos médicos, y los pacientes también, están en contra de la idea del consentimiento informado, o de un modelo de colaboración en lugar de un cumplimiento sumiso. En muchas instituciones e instalaciones, a los psiquiatras se les enseña a responder de maneras poco útiles o incluso contraproducentes a muchos de los graves desafíos que pueden surgir, y la disposición de los médicos individuales a no ser convencionales o a oponerse a las ideologías prevalecientes tiende a ser limitada o ausente.
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