En el DSM, que es el libro estándar para diagnosticar trastornos psicológicos, el punto de diagnóstico se refiere a cuánto interfieren las condiciones en la vida de la persona. Entonces, la manera más afectiva de saber si tiene algún problema es preguntarse qué parte de su vida se ve afectada negativamente por el problema. Cuanto más deshabilita la condición de su vida, más es un “problema” que necesita ayuda profesional.
Los psicólogos tienden a definir la desactivación por la incapacidad de uno para llevar a cabo las actividades normales. En el caso de la ira, todos tenemos rabia. Para la mayoría de nosotros, incluso podemos experimentar ira a diario (¡hola tráfico!). Pero, para la mayoría de nosotros, nuestra ira no interfiere, por ejemplo, con nuestra capacidad para despertarnos por la mañana, para ir a trabajar, para mantener nuestros trabajos durante un tiempo razonable, para mantener nuestras relaciones significativas, para mantener amigos. Cuando la ira comienza a impedir que hagamos cualquiera de estas cosas que son tan normales en nuestra vida cotidiana, se convierte en un problema urgente.