El problema es básicamente que la pregunta supone un dualismo del yo y el mundo. “Estoy aquí” y “el mundo está allá”, y ahora la mente tratará de precisar exactamente dónde está el límite del yo. Solo esta pregunta agrega un segundo dualismo, el “observador” y el “controlador”: la entidad que intenta observar y resolver la respuesta, frente a la entidad que “crea la intención”.
Estas son todas las abstracciones. Todo lo que hay, para cualquier propósito práctico, es la mente. Mente observando mente, mente conceptualizando mente, procesando pensamientos sobre el mundo dentro de la mente. Un humano no puede escapar de su subjetividad: la objetividad es una simulación de pensamiento, en la que intentamos encuadrar un modelo conceptual desde la perspectiva de un observador imaginario “externo”.
Realmente no puedes trazar límites alrededor de cualquiera de estas cosas, porque no hay “entidades” reales presentes. Es solo mente, hacer lo que hace la mente. No hay límite entre “yo” y “lo que está controlando”.
En el zen dicen que “el yo es inasible”, que expresa la misma idea: el intento de trazar un límite alrededor de una abstracción y “anclarlo” es un esfuerzo inútil.
- Cómo aprender a perdonar.
- ¿Qué te motiva a hacer limpieza o tareas domésticas?
- Cómo disfrutar de una película
- ¿Por qué mis padres esperan que yo sea perfecto cuando no me criaron perfectamente?
- ¿Qué es tan diferente acerca de Kodaikanal?
Sin embargo, la cuestión de la libertad es simple: no importa las cuestiones filosóficas abstractas de la libertad, la naturaleza de la libertad desde un punto de vista práctico puede afirmarse con mucha precisión: ser libre es perder la ilusión de que su identidad tiene una forma fija. ¿Por qué? Porque cuando crees que tu identidad tiene una forma fija, la maquinaria de mantenimiento del ego impulsada por la evolución de la mente se pone en marcha para preservar esa forma, y eso consume enormes cantidades de recursos cognitivos.
Cierra la mente y elimina cualquier libertad real: la prioridad número 1 se convierte en la supervivencia del ego, y todo lo demás se convierte en notas al pie de página. Así que hay libertad, siempre y cuando no caigas en la trampa de creer que “mi yo es una cosa sustantiva y definida que debe ser protegida”.
¿Es esa libertad ‘real’ en un sentido filosófico? No creo que esa sea realmente una pregunta muy significativa. La diferencia entre esta libertad y la prisión de servir a tu ego es tan profundamente obvia en la experiencia que ahoga otras formas de la pregunta.