Mi único hábito es darse cuenta de que todos, incluyéndome a mí, merecen ser felices.
Cuando era más joven, no creía que fuera digno de ser feliz. No pensé que era lo suficientemente inteligente, lo suficientemente guapo, etc. Quería cambiar, pero ser crítico conmigo mismo todo el tiempo me lleva a la ansiedad, la depresión y la falta de confianza en mí mismo.
Sin embargo, me di cuenta de que merezco ser feliz. Y con esa realización, pude tomar el control de mi vida y me inició en el camino para cambiar mi vida. En realidad me hice feliz.
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“La curiosa paradoja es que cuando me acepto como soy, entonces puedo cambiar”.
—Carl Rogers
Esta felicidad me llevó a tener compasión por los demás y me hizo esforzarme por dejar el mundo en un lugar mejor que en cómo lo encontré. Cuando haces de la felicidad un hábito, aprendes que es un sentimiento demasiado bueno para mantenerte para ti solo. Quieres compartirlo con los demás.
Si estás interesado en aprender más sobre los hábitos y cómo formarlos,
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