No, yo no.
Si encuentra tiempo, lea un cuento corto de un brillante autor del siglo XX llamado William S. Maugham. La historia se llama “The Lotus Eater” y habla sobre un tipo llamado Wilson que perdió a su familia y se aburrió de la monótona vida cotidiana que lideraba.
Decidió renunciar a su trabajo, vender todas sus posesiones mundanas y obtener un enorme préstamo de un banco, y se mudó de Londres a una isla idílica (creo que en algún lugar de Grecia o Italia). Era un lugar hermoso, con una vida tranquila y serena, y pasaba sus días nadando, leyendo libros, explorando las bellezas de la naturaleza. Su plan era que el dinero del préstamo lo mantendría en funcionamiento durante 15 años y tendría 60 cuando llegara el momento de pagarlo. Sentía que para ese momento podría haber llevado una buena vida y simplemente se suicidaría a esa edad.
Lo que sucede cuando llega ese momento es que después de vivir una vida tan hedonista, su mente se vuelve débil, incapaz de suicidarse, y se vuelve tan loco, delirante loco, pierde todo y comienza a vivir como un subhumano, a merced de un sirviente que una vez tuvo. En última instancia, él muere.
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Es una hermosa historia que advierte a la gente de los peligros de una vida hedonista. Los desafíos y las pruebas que enfrentamos en la vida son muy importantes para nosotros porque nos hacen humanos más fuertes, nos permite crecer y enfrentar más desafíos en la vida. Vivir una vida completamente hedonista puede debilitarnos y suavizarnos hasta tal punto que al primer desafío que enfrentemos, podríamos colapsar y convertirnos en un subhumano como lo hizo Wilson.