El Buda ciertamente reconoció que las personas diferencian entre experiencias, hay una mención frecuente de lo agradable y lo desagradable. Parte de la práctica budista es reconocer la diferencia entre ellos. No me he encontrado con el Buda (en el Pali suttas) diciendo si uno debería o no debería disfrutar una experiencia más que otras. De lo que habla es del apego a los placeres y la aversión a lo desagradable. Es el apego (y su opuesto) el que advierte.
Según entiendo la práctica, lo que debo hacer es notar la experiencia, y al hacerlo, me doy cuenta de que algunas cosas son más agradables (o desagradables) que otras. Y mientras que lo más intensamente placentero puede ser cosas a las que me siento más tentado a apegarme que a los menos, no hay nada de malo en experimentar la diferencia, siempre y cuando no confunda la experiencia con ser diferente de lo que es. – impermanente, y no una fuente sustentadora de mi felicidad.
La idea de que un budista “no debe” disfrutar de una experiencia más que otra podría provenir de una comprensión errónea de la ecuanimidad. La ecuanimidad budista no significa que todas las experiencias deban considerarse como las mismas, sino que no debemos dejar que nos molesten (ya sea causando aversión o apego habitual). Solo a través de ser capaz de discriminar con precisión entre las cualidades de la experiencia, se puede obtener una visión útil de lo que vale la pena hacer y de lo que es necesario abstenerse.
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