Si y no.
Sí, porque el Partido Republicano ha estado atendiendo al elemento xenófobo en este país durante décadas, desde la “Estrategia del Sur” utilizada por la campaña de Nixon en 1968. Se requieren elecciones ganadoras (por el tiempo que pueda recordar) algún otro grupo al que odiar: inmigrantes, liberales, humanistas seculares, hispanos, manifestantes, feministas, negros soberbios, musulmanes, sindicalistas, personas que no dicen “Feliz Navidad”; en realidad, nadie que no sea Gente como nosotros.
Esta estrategia (si se puede llamar así) funcionó para subir la base y convencerla de votar. A un precio: el partido se desvió cada vez más hacia la derecha cuando los candidatos lucharon para establecer su “pureza” a los valores conservadores. (En otras palabras, odiar más). A partir de hoy, el republicano moderado ha seguido el camino del ave dodo, tanto que Ronald Reagan se estremecería ante los discursos de los candidatos presidenciales del Partido Republicano de hoy.
Entonces, ¿estoy feliz de que este sistema esté decidido a autodestruirse? Sí, porque nuestro sistema político funciona mejor con los partidos centristas fuertes que trabajan juntos, no con los campos de odio ideológico que tenemos hoy, y no estoy muy interesado en el fomento del odio. Y el establecimiento del Partido Republicano se dirigió a los peores elementos y merece su lamentable estado actual.
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Y, no, no estoy contento con nada de esto por otras razones. Todo el triste asunto revela que los estadounidenses son tan propensos al fascismo como cualquier otra persona, tal vez más. Hay una sección importante de nuestra población que seguirá ciegamente a un demagogo, colocará sus sentimientos ante los hechos, negará a los demás las libertades por las que murieron sus propios antepasados, se dejará manipular y se pondrá las camisas marrones y las botas. Esto me asusta mucho, porque Sinclair Lewis tenía razón: puede suceder aquí. Ha estado sucediendo desde hace un tiempo.
Sinceramente espero que el Partido Republicano encuentre una manera muy pública y obvia de rechazar a Trump, así como a sus seguidores. Ross Perot tuvo las agallas de decir, y cito, “si odias, no quiero tu voto”. Necesitamos más candidatos como él hoy.