Los seres humanos están modulados por circuitos de retroalimentación electroquímica que refuerzan o amortiguan nuestros estados mentales y fisiológicos. La mayoría de las personas están familiarizadas con los estados de enfermedad psicosomática, pero la otra mitad del bucle puede ser menos conocida: los efectos somatopsíquicos.
La mente y el cuerpo se escuchan entre sí para adaptarse a los cambios en su entorno interno y externo. Este circuito de retroalimentación funciona en ambos sentidos, de modo que cuando pensamos que estamos enfermos, nuestro cuerpo nos cree, y cuando sonreímos, nuestro cerebro piensa que la vida debe ser buena.
Piense en su estado físico y mental como un cóndor al que le gusta montar térmicas en lugar de solo batir sus alas para volar. En presencia de térmicas, subes en espiral. En la ausencia de un soporte térmico, la espiral hacia abajo.
La negatividad toma el calor de la térmica y crea una espiral descendente. Por lo tanto, los estados mentales negativos pueden exacerbar los síntomas de la enfermedad mental.
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