John Mars lo describe perfectamente. La repetición desarrolla la memoria muscular. Esta memoria muscular eventualmente le permite al artista practicar su oficio subconscientemente, y le permite tener una tolerancia a la ambigüedad que desarrolla la expresión más plenamente. Lo que no se expresa es tan importante como lo que se expresa. El artista confía en la perfección de lo que ha expresado para llenar los espacios de silencio; lo que queda es la capacidad de expresar de manera sucinta y sin problemas.
Cuando las personas hacen una expresión creativa sin entrenamiento o sin un fondo de práctica perfecta, saben que no se expresaron con claridad, pero que carecen de la capacidad de examinar su expresión e identificar dónde necesitan trabajo. Es fácil aburrirse o desanimarse. Sin embargo, cuando los métodos y técnicas fundamentales de un oficio son conocidos y comprendidos de manera subconsciente (a través de la memoria muscular), el artista puede expresar e identificar creativamente sus propios defectos. En ese punto, el objetivo del artista es dominar las áreas que dificultan repetitivamente la expresión perfecta.