Al decidir cuáles son las necesidades más importantes, no basta con contar el número de personas afectadas.
Digamos que usted es un médico y que tiene 5 personas esperando una donación de órganos, morirán si no reciben uno pronto. Ahora hay una persona entrando a la sala de espera que tiene todos los órganos necesarios para salvar a 5 personas y todos los órganos están en perfectas condiciones.
¿Preferiríamos, como sociedad, que los médicos elijan matar a esa persona para salvar vidas de 5 personas?
No lo creo, porque si se hace esto, las personas tendrán miedo de acudir al médico, por lo que no recibirán tratamiento para sus condiciones y podrán trabajar menos, vivirán menos tiempo, tendrán una menor calidad de vida, infectará a otros, etc. Así que para satisfacer las necesidades a corto plazo de los muchos, sacrificamos las necesidades a corto plazo de los pocos para arruinar a todos en el largo plazo.
No se trata de muchos contra pocos se trata de corto contra largo plazo.
Cuando las personas no se sacrifican para salvar a otros, se sienten seguros y protegidos. Esto permite la cooperación, la lealtad, etc. y hace que la sociedad sea mucho más productiva. De esa manera, la sociedad estará cada vez mejor equipada para resolver los problemas que enfrentan las personas sin privar de sus derechos a los demás.