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Psicólogos del desarrollo como Kazmierz Dabrowski y Erich Fromm enfatizan el papel del entorno social en el desarrollo de la personalidad. Arno Gruen ha explorado la dinámica de una sociedad amargada, la Alemania nazi, y la dinámica de la psicología individual dentro de ese sistema social. De hecho, la intuición y la experiencia personal solas pueden verificar la importancia del entorno social en el desarrollo del individuo.
Tales teóricos explican cómo somos en gran parte producto de las circunstancias que nos rodean. Incluso si nuestra genética determina nuestros rasgos de personalidad hasta cierto punto (un tema candente de debate), las personas cambiarán y se adaptarán a las necesidades que se les imponen. Estas demandas pueden ser financieras, sociales, emocionales o físicas. En cualquier caso, la calidad de las personas que rodean a una persona determinará la forma en que elijan satisfacer estas necesidades. Esto se debe a que una persona no tiene contexto fuera de sus impresiones internas, y se basará en sus experiencias pasadas y en las impresiones de cómo otras personas han cumplido con éxito estas necesidades. En otras palabras, nuestras decisiones se dirigen a través de nuestra relación con las cosas que hemos aprendido en el pasado, y las lecciones que aprendemos son el resultado directo de las circunstancias que enfrentamos y de las personas que conocemos.
Jaques Lacan eleva este concepto a un nivel superior. Sus conceptos del “otro que se supone que sabemos” y “el otro que se supone que debemos disfrutar” aclaran la manera en que justificamos internamente nuestras decisiones y elegimos satisfacer nuestros deseos. Mediante un análisis cuidadoso, Lacan identificó la estructura del deseo y la forma en que el individuo intenta saciarlo. Para explicar brevemente, Lacan sostiene que nuestras opiniones están formadas por nuestra impresión de la opinión de los demás. Si pensamos que una persona tiene éxito en satisfacer un deseo que experimentamos, podemos justificar psicológicamente la imitación de su comportamiento. Al seguir un camino similar para (lo que creemos que es) su éxito, nuestro objetivo es saciar nuestros deseos y alcanzar nuestros objetivos.
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Por lo tanto, el entorno social es una espada de doble filo: por un lado, los valores que asumimos nos son dictados por las normas de la sociedad. Por otro lado, nuestras ideas y planes para asumir con éxito estos valores se internalizan con respecto a nuestras impresiones de las personas que admiramos.
Como un ejemplo simplificado, imagine a un joven estadounidense que ve a un hombre conduciendo un lujoso automóvil deportivo. La impresión de esta máquina ya es positiva debido a sus experiencias en la primera infancia con Hot Wheels, una representación positiva de los autos rápidos en la televisión y las películas, y la obsesión de su padre por mantener limpio su camión. Con entusiasmo, el niño señala el auto a su amigo, madre o padre, quien se ríe y le explica que es mejor que gane mucho dinero y se haga rico si alguna vez espera tener un auto así. Por lo tanto, el joven queda con la impresión de que hacerse rico es una prioridad para tener éxito y ser feliz. Sus decisiones que guían su vida están orientadas hacia este objetivo y, por lo tanto, su vida se desarrolla de una manera muy específica. Además, las influencias de las personas que lo rodean determinarán cómo intenta hacerse rico y variará significativamente. En un barrio pobre, podría decidir vender drogas después de exponerse a la música rap y las influencias de sus amigos. En un vecindario más agradable, podría decidir quedarse en la universidad y convertirse en banquero de inversiones siguiendo el consejo de sus padres y los adultos que admira.
Es importante darse cuenta de que una persona puede tener un potencial de desarrollo muy alto, pero no puede trascender las influencias del entorno social y lograr una verdadera autonomía, autorrealización e iluminación. Un error grave en la edad adulta temprana, por ejemplo, podría llevar a una persona a prisión, o un trauma infantil no resuelto podría dañar la psicología y modificar las motivaciones internas.
Por otro lado, los eventos negativos en la vida de una persona pueden desencadenar la autorreflexión y el desarrollo de la personalidad. De hecho, Kazmierz Dabrowski orientó toda su teoría del desarrollo de la personalidad en torno al concepto de “Desintegración Positiva”, en el que el individuo se ve obligado a progresar debido a la insoportable confusión interna creada a través de errores repetidos.
Hoy en día, la mayoría de las personas no nacen ni se crían con suficiente potencial de desarrollo para trascender las influencias negativas de la sociedad. Es solo con el alcance activo de las personas en los estados superiores que la conciencia colectiva puede madurar a una velocidad que puede evitar las catástrofes económicas y ambientales que se avecinan como un globo.
Un gran ejemplo de una persona con un alto potencial de desarrollo que ha enfrentado un entorno social negativo es un artista de rap de la ciudad de Nueva York llamado Diabolic. La excelencia de su actuación y su alto nivel de expresión artística son innegables para el oído entrenado. Pero, el contenido de sus canciones nace de una historia de angustia, dolor y sentimientos de traición. Sus canciones revelan sus luchas emocionales y su lucha continua con la pobreza material. Es inspirador ver a una persona abrirse paso con tanto rigor a pesar de las situaciones incontrolables que se enfrentan. El trabajo de Diabolic seguramente progresará a medida que él continúe reclamando su autoconocimiento y expresando su autonomía.