Creo que hay partes del racismo que vienen sin ninguna instrucción. A veces es más inocente de lo que parece. Vi color, como lo haría cualquier niño nacido con el don de la vista.
Cuando tenía unos seis años, asociaba el color marrón con una forma particular de desechos humanos. También aprendí que los flamencos eran rosados en lugar de blancos solo porque comían camarones rosados. Este conocimiento y esta asociación se unieron en mi mente, y una pequeña bombilla se encendió en mi cabeza.
Le exclamé a mi hermano menor (que todavía estaba en el preescolar) que las personas con piel en esos tonos oscuros de color marrón deben comer esta materia marrón en particular para que no sean blancas. Luego inventé una historia para hacer que mi reclamo fuera más convincente, porque era famoso por inventar cosas para agregar a cualquier punto que intentara exponer. Le dije que vi a algunas personas negras comiendo caca en un callejón, y así fue como “supe” que lo hicieron.
Por suerte, esta no era una creencia que sostuviéramos durante mucho tiempo, ni que pensáramos después de algunos años. Hasta el día de hoy, es una buena risa entre nosotros, aunque mi hermano negará que alguna vez haya pensado que estaba diciendo la verdad.
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Creo que sería una buena cosa si la razón detrás de los diferentes colores de piel se mencionara en la escuela en lugar de dejarse llevar por una imaginación salvaje (una explicación simple de la genética que determina cómo nos vemos y la melanina que colorea la piel tardaría menos de una hora). Los niños notan diferencias entre las personas, y muchos se preguntarán por qué hay tanta variedad. Se preguntarán por qué la gente se ve diferente y, sin una respuesta, pueden intentar responder esa pregunta por sí mismos.