Suponiendo que no se trata de adicciones químicas, sino de adicciones formadas exclusivamente por la mente, como la adicción al robo, el juego, el sexo, los videojuegos, etc.
Todas las adicciones, todos los hábitos comparten la forma en que se forman: a través de la repetición de una acción física o mental, a la que le sigue un juicio casi instantáneo por nuestra parte de que el resultado de la acción fue bueno o malo en un grado variable. De esta manera construimos nuestra vida entera y nuestra realidad entera, y lo hacemos subconscientemente en cada momento del día.
En algún momento, algunos de nuestros hábitos se practican o se repiten en un grado tan alarmante que superan una parte de nuestras vidas porque la necesidad de uno de estos hábitos se ha disparado más allá de la norma de los hábitos cotidianos. En el punto en que nuestros hábitos nos dominan, podríamos llamarlo un trastorno mental porque infringe una vida normal.
Pero en realidad, todos los hábitos nos dominan, ya sean grandes o pequeños. Incluso una adicción a pensar, o masticar las uñas, o rebotar las rodillas, explíquelas como desee, son los efectos secundarios de las actividades mentales que realizamos en algún momento y son tan difíciles de controlar.
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No creo en los trastornos mentales. Creo en los hábitos creados por la mente. Admito que la sociedad no tolera ciertos hábitos que ya no forman parte de la norma, y que la sociedad, al no tener una solución fácil para estos hábitos profundos, le da una bofetada como un trastorno mental al propietario.