Si bien no es posible hacerlo, póngase en el lugar de Dios y considere cómo debe sentirse. Él creó a la humanidad por amor y se rebelaron contra él. Les dio comida, ropa y refugio, y se asesinaron mutuamente por celos y se hicieron tan malvados e impíos que tuvieron que ser borrados de la tierra. Él salvó a una familia debido a su lealtad y, sin embargo, su descendencia se apartó de él. Hizo un pacto con la descendencia de un hombre fiel por una nación y los bendijo, pero la nación continuamente se apartó de Él y, a pesar de su oferta de bendición, eligió el camino de la ruina. En un gesto final, El envió un solo hijo para que los trajeran de vuelta y mataron a su hijo. Dios luego extendió su pacto y bendiciones a toda la humanidad para que viniera a él. Mientras que muchos han venido a Él, la mayoría lo ignora. Dicen que Dios no existe o que si existe, Él es malo y no nos ama. No obstante, Dios se levanta y continúa ofreciendo Sus bendiciones a aquellos que lo siguen en verdad.
Dios no es humillado o avergonzado a pesar de todo lo que se dice y se hace. Él permanece firme en sus promesas. Si vamos a ser avergonzados y humillados, sea por nuestra creencia y amor por Dios. Por tal vergüenza y humillación traerá vida eterna en un reino de paz, sin sufrimiento y muerte. Las primeras cosas, y todos los que las llevaron a cabo, habrán pasado.
En comparación con la vida eterna, cualquier vergüenza o humillación que podamos recibir no es importante si ponemos nuestra fe en Dios y caminamos en Su luz.