La respuesta es aprender sobre las neuro-asociaciones.
Al principio de la vida hacemos un vínculo entre sentirse bien y hacer lo correcto. Tocar la estufa es doloroso, por lo que debe estar mal.
Estas neuro-asociaciones se vuelven complicadas en situaciones relacionales en las que un acto que nos hace sentir bien nos puede hacer sentir mal a la otra persona.
Por ejemplo, hablar 30 minutos acerca de su propia vida puede sentirse bien pero puede aburrir u ofender a la otra persona.
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La solución es crear un proceso en el que “sientes” la experiencia de la otra persona. Antes de enviar un correo electrónico, envíese una copia y vea cómo lo hace sentir. ¿El correo electrónico parece desatático o halagador?
Antes de lanzar un lanzamiento, grabe el lanzamiento y vea cómo se siente. ¿Es demasiado complicado? ¿Hay demasiada información?
Usted se sorprenderá de los resultados mejorados que experimenta al aplicar este método simple.