- Fue mi primer día en la nueva oficina después de mi traslado a una pequeña ciudad. La rutina se enfrió casi sin trabajo esos días; a diferencia de la antigua sucursal de mi compañía donde estaba sobrecargado.
- Estaba sentada en silencio con un corazón pesado extrañando a mis amigos y familiares. En un esfuerzo por contener las lágrimas, traté de distraerme mirando por la puerta.
- En el jardín delantero había un montón de árboles de guayaba cargados de fruta cruda cuyo olor se puede sentir en el aire. El silencio prevaleciente se repitió ocasionalmente con el canto alegre de los pájaros de la urraca que mostraban sorpresa en su entorno de hierba.
- Me di cuenta de que en los primeros días del verano, mi oficina se sentía naturalmente fresca debido a los árboles sombreados que rodeaban el pequeño edificio. Después de muchos años, el teléfono de mi oficina estuvo en silencio durante media hora por primera vez.
- El silencio inusual me recordó todo el ruido, la discusión. Timbre constante de la factura del teléfono, trabajo interminable y algunos colegas descontentos.
- Pedí un café en el intercomunicador y, al disfrutar de la relajación recién adquirida de mis nervios tensos, sentí que mi corazón se llenaba de paz.
- Después de muchos años, decidí comprar algunos libros nuevos para leer con placer y dar largos paseos por debajo de los viejos árboles. Era hora de saborear el momento presente porque era tranquilo, calmado y tranquilo.
- Después de todo, ¿cuál es el uso de meditar en las mismas rutinas dolorosas que estamos atravesando en la vida? La vida es corta y pasa de largo, independientemente de si nos preocupa o no.
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