En mi visión, todos nacemos con el potencial de ser ‘una fuerza de la naturaleza’, donde radican los problemas, están en los bloqueos que tenemos que limitan nuestro acceso y uso de la fuerza de la naturaleza.
En muchos sistemas de creencias; sistema de chakras, (Kundalini) y Scientology, para nombrar a los 2 que vienen primero a la mente, existe la idea de que cuando uno logra limpiar, purificar y alinear partes de nosotros mismos, tendremos este acceso a la fuerza de la naturaleza.
En mis propias reflexiones; tenemos muchos “ideales” de nosotros mismos, de la vida, etc., pero estos ideales se enfrentan a la realidad. La distancia entre los dos, es lo que llamamos “pecado”, (del hebreo, חָטָא chata, fallar la marca).
El pecado equivale al sufrimiento, la falta de armonía, la disonancia y el desperdicio de energía.
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Por lo contrario, usar el término Zen, estar en armonía.
Cuanto más estamos en armonía con la vida (interior y exterior), menos energía desperdiciamos y más tenemos que trabajar con ella.
Por lo tanto, siendo una fuerza de la naturaleza.
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