No … sí … quizás … sorta?
Mire, para clasificarlo como un trastorno, un criterio importante es la pregunta: “¿Disminuye el paciente o su entorno en su funcionamiento diario?” (Esto puede deberse a un funcionamiento defectuoso, dolor, ansiedad o comportamiento peligroso).
Si no está afectando al paciente, llegamos a esta zona gris donde debemos preguntarnos, ¿hay algún problema aquí?
La forma en que vemos el cerebro y la salud mental hoy en día es en términos de espectros o un continuo. En cierto modo, todos lo tienen todo, todos tienen síntomas de autismo, depresión, esquizofrenia, etc. Pero en la gran mayoría, estos síntomas no son lo suficientemente graves como para ser notados y, por supuesto, no son un impedimento para el funcionamiento diario. La gran mayoría tampoco los desarrollará de manera significativa, en muchos casos requiere muchos factores (biológicos y ambientales) para exacerbar lo que ya existe.
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Es cuando las cosas se salen de las manos que hablamos de un trastorno, cuando el comportamiento está muy lejos de la norma y plantea algún tipo de peligro o deterioro. Ahí es cuando procedemos a un diagnóstico y opciones de tratamiento.
No hay razón para preocuparse, los cerebros son muy complejos, pero la mayoría de nosotros aprendemos sobre la vida sin demasiados problemas.