Creo que es más instinto que inteligencia. Los seres humanos siempre han podido distinguir a los débiles, a los tranquilos, a los ansiosos, a los inseguros. Entra en un aula y, dentro de media hora, deberías poder descubrir quiénes son todos. Los payasos de clase, los inteligentes, los chismes, los rebeldes. Luego los que sobran. Los tranquilos y poco habladores que se sientan en el fondo de la sala, nunca levantan la mano.
Los matones pueden verlo también. Siempre ha sido el instinto humano, poder juzgar a las personas rápidamente. Siempre ha sido el instinto humano, saber golpear donde uno es débil, afirmar el dominio. Supongo que también es algo que a los humanos siempre les ha resultado agradable: ese sentimiento de orgullo y asertividad por ser mejor o por un estado más alto que alguien. Lo harán una y otra vez por ese sentimiento. Y aprenden nuevos trucos en el camino.
Debe haber algunos matones inteligentes por ahí, pero nunca he visto uno. Para mí, los matones son las pobres almas que no ven ningún lugar para aliviar su dolor sino en quienes los rodean.