Deseé que se erradicara la percepción errónea de que los introvertidos odian a las personas. Los introvertidos no odian a las personas. Ni siquiera odian estar alrededor de la gente. Tienen la misma necesidad de pertenecer a una comunidad como lo hacen los extrovertidos. Como seres humanos, tienen el mismo deseo y deseo de intimidad.
La diferencia tiene que ver con la estimulación sensorial. Los introvertidos se sobrecargan más rápido y con menos estimulación que los extrovertidos, por lo que prefieren un ambiente tranquilo o silencioso periódicamente para repostar o recargar. Este proceso de reabastecimiento de combustible no tiene que ocurrir en completo aislamiento. Puede suceder en compañía de otra persona o en un grupo de personas, si la situación es propicia.
En otras palabras, comprometerse activamente con otra persona o con un grupo de personas es como hacer un ejercicio emocional extenuante, incluso un ejercicio extenuante muy placentero. Puede que te guste, pero todavía te fatiga, lo que hace que necesites tomar breves períodos de descanso.
Dicho esto, los terapeutas introvertidos son excelentes médicos de salud mental. Escuchan bien, tienden a ser más introspectivos, les gusta resolver acertijos y buscar patrones, y son reflexivos. Los terapeutas que tienen una alta N o intuición aportan otra poderosa habilidad al proceso de asesoramiento. Estos consejeros son buenos para leer claves y sutilezas no verbales.
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Soy introvertida Me cansé si vi un gran volumen de clientes en un día. Mi mayor número de pacientes por día fue de nueve, pero preferí tratar de cinco a seis pacientes durante una semana laboral de dos a tres días. Es importante saber que, mientras trabajaba, también era una madre ocupada con tres niños. Ese rol adicional jugó un factor significativo en la limitación de mi horario de trabajo.
A diferencia de otros que han comentado aquí, aunque AMO el campo de la psicología y disfruté mucho trabajando con personas (estoy semi-jubilado), creo que hubiera sido más adecuado para el mundo académico que para el asesoramiento. Me encanta enseñar y encontré que hora tras hora del trabajo clínico se estaba agotando. Esto, sin embargo, estaba relacionado con un sesgo personal más que debido a mi naturaleza introvertida. Conozco a muchos terapeutas introvertidos que aman el trabajo y han dedicado sus vidas a asesorar a las personas.