Muchas cosas.
Le da a una sola persona un poder indebido que los hace juzgar jurado y verdugo. A esa persona se le permite imponer su propio punto de vista a todos los demás. Si piensan que el matrimonio gay o las relaciones interraciales son incorrectas, pueden usar la violencia para imponer sus puntos de vista a los demás. No es así como funciona una sociedad civil. En una democracia, estamos de acuerdo en no imponer nuestros puntos de vista a otros a menos que podamos lograr que suficientes personas estén de acuerdo con nosotros para convertirlo formalmente en ley. Los vigilantes no tienen tales restricciones.
La justicia actual requiere un tercero imparcial. Tanto la víctima como el autor de un delito son parciales, al igual que sus amigos, familiares, etc. Los tribunales de justicia tienen reglas estrictas para mitigar esto al no permitir que las partes sesgadas sean jueces o jurados. Los vigilantes no.
Destruye el imperio de la ley y el monopolio estatal de la violencia. Otro acuerdo hecho por el bien de la estabilidad es que solo el gobierno puede usar la fuerza para cualquier propósito además de la defensa propia. Este acuerdo salva vidas al hacer inaceptable cualquier acto de asesinato o violencia. De este modo, la carga de la violencia se traslada de los agraviados personalmente a terceros imparciales que son más capaces de actuar racionalmente que emocionalmente.
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Los vigilantes tampoco tienen supervisión ni transparencia. El sistema judicial es público, su decisión y su razonamiento son asuntos de registros públicos. Sus funcionarios son elegidos o nombrados por funcionarios electos. Los vigilantes se nombran a sí mismos.