¿Alguna vez se ha encontrado como psicólogo o psiquiatra a un paciente al que no puede ayudar?

Sí. Tres grupos de personas vienen a la mente.

Primero, está la situación en la que los métodos de tratamiento excluyen al médico. Por ejemplo, si el paciente es víctima de una violación que aún no ha sido procesada (la terapia está al principio), el protocolo de tratamiento requiere un terapeuta del mismo sexo para la fase inicial. Un médico del sexo opuesto es incapaz de ayudar.

En segundo lugar, hay pacientes cuya patología está interrelacionada con comportamientos que el médico no puede tolerar. La incapacidad de otorgarle al paciente un respeto positivo incondicional hace que el médico no pueda ayudar. Un ejemplo de esto podría ser un paciente con un historial de explotación sexual de niños.

En tercer lugar, hay pacientes para los que un médico ha hecho todo lo posible sin éxito, o ha logrado algún éxito, pero no puede facilitar el progreso del paciente. En este punto, el médico informa al paciente de la limitación del médico (“He hecho todo lo que puedo”) y ofrece referencias al paciente a otros profesionales.