Como psicoterapeuta, uno de los mayores problemas que veo con los clientes deprimidos con los que trabajo en términos de esta área específica es: la rumia. Muchos de mis clientes deprimidos se atascan enfocándose en los eventos negativos que han ocurrido en sus vidas; por ejemplo: perder un trabajo, una relación o sufrir alguna otra decepción severa en la vida.
Una vez que una persona comienza a reflexionar sobre su sufrimiento percibido, puede ser difícil detenerlo. Toda la atención de esa persona se centra en su dolor, lo que afectará su capacidad para desarrollar soluciones para los problemas cotidianos que surjan. Su confianza para resolver problemas comienza a disminuir grandemente.
Además, comienzan a tener una visión de túnel sobre las cosas que pueden cambiar. En sus mentes, así es como siempre serán las cosas y cómo se sentirán siempre. Para que podamos enfocarnos y estar atentos, necesitamos ser flexibles, la depresión hace que nuestras mentes hagan lo contrario, el pensamiento se vuelve rígido.
Tanto la medicación como la terapia cognitivo-conductual pueden ayudar a alguien que está atrapado en este rígido patrón de rumia.
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