Primero, reconoce que este sentimiento es una vergüenza.
Como todos los sentimientos, puedes discernir las sensaciones físicas que asocias con él. Hay una ubicación en tu cuerpo en la que puedes sentir que surge la vergüenza. Tal vez sea tensión en sus hombros (como si estuviera encorvada), o un cierto tic, o tic muscular. Hay un color, una textura, una temperatura, tal vez un sonido u olor asociado.
A continuación, reconoces que la vergüenza es la dinámica psicológica de ocultar algo de tu conciencia. Lo obvio es tu nariz. Sin embargo, si te das cuenta de esto y profundizas, comenzarás a darte cuenta de cosas más arraigadas. Por ejemplo, podría resultar que no te avergüences de cómo se ve tu nariz, sino de lo que representa, o del sentimiento y la emoción que surgen si alguien la observa.
Esto no es algo que usarías tu intelecto para discernir. No usas modelos psicológicos para descubrir qué está sucediendo. Es más como la pesca. Lo dejas venir a ti. Pacientemente permaneces consciente de ese sentimiento de vergüenza. Surgirán otras sensaciones, sentimientos, incluso recuerdos completos. Pueden o no tener una conexión obvia o sensual. Algunos de ellos surgirán porque hay una parte de tu mente que trata de protegerse de descubrir lo que está oculto. Una vez más, esa dinámica mental trata de ocultar algo de tu conciencia.
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En el núcleo, está reconociendo el dukkha de la vergüenza. Dukkha es la miseria, la angustia. Es la “dificultad” en la sensación de que las cosas son difíciles o abrumadoras. Es la silenciosa enfermedad y ansiedad que se arrastran, susurrando que algo está mal. Puede distinguirse del dolor, ya que puede localizar de dónde proviene el dolor en su cuerpo, pero no puede hacerlo con dukkha.
La vergüenza de Dukkha está en esa aguda sensación de vergüenza y mortificación. Ese sentimiento de que prefieres matarte a ti mismo que morir de vergüenza. El intento de poner tu atención en el dukkha de la vergüenza se convertirá en un juego del gato y el ratón, donde esa dinámica de vergüenza intenta esconderte la experiencia.
Si eres capaz de poner tu atención en ese dukkha que se esconde dentro de la vergüenza sin parpadear, sin alejarte, sin intentar decirte a ti mismo “Sólo estoy haciendo esto para deshacerme de esto”, entonces sucede algo mágico, y este pequeño poco se liberará. A veces se lanzará en un torrente de recuerdos. A veces, se sentirá como una contracción física, como si algo se te escapara. A veces se sentirá como si te hubieras caído una pesada carga. Cualquiera que sea la sensación, sabes que se ha liberado porque hay un alivio discernible. Probablemente, solo has liberado esta parte de ella. Es probable que vuelva a surgir. Y haces esto de nuevo. Puede parecer que estás jugando a Sísifo, pero un día, comenzarás a notar que la carga emocional se está debilitando. Y a medida que más se libera, comenzarás a llegar al punto en el que te preguntarás … ¿por qué te avergonzaste de tu nariz en primer lugar?
Cuando te hayas limpiado y hayas liberado la vergüenza para librarte de ella, si prestas atención, más tarde comenzarás a sentir la vergüenza que otros intentan imponerte. No se trata realmente de ti. Ellos también esconden algo.