Estoy de acuerdo con todos los puntos de David, especialmente con la idea de que el crimen se construye socialmente. Eso puede parecer menor, pero en realidad es un punto significativo. Desde una perspectiva social, la ley crea criminales al definir ciertos comportamientos como ilegales.
Por ejemplo, si una persona bebía o poseía alcohol en 1925 en los EE. UU., Era un delincuente debido a las leyes de prohibición. Si esa misma persona bebiera alcohol en 1935, él o ella no sería un criminal porque la ley fue derogada en 1933. La ley tipificó como delito una conducta legal previa, lo que convierte a los delincuentes en personas que continúan participando en ella.
De manera similar, casi cualquier acto puede ser un delito o no, según las circunstancias y el contexto. Si la persona A dispara y mata a la persona B, ¿es eso un crimen? Puede que no sea si el tiroteo ocurrió en una casa en Wisconsin, y la persona A era propietaria de su propia casa y la persona B era una intrusa. Si el tiroteo ocurrió en otro estado en el que la Doctrina del Castillo no era la ley, tal vez la persona A sería un criminal después de todo.
Pero, más al punto del interrogador, creo que se refieren a personas que eligen lo que podría llamarse un “estilo de vida criminal”. Su principal fuente de ingresos se obtiene a través de medios criminales, se involucran en el crimen como una cuestión de rutina, o tal vez son parte de una empresa criminal que forma la mayoría de sus obligaciones personales, sociales y laborales.
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Cuando hablamos de esas personas, estoy de acuerdo con David en que hay una cierta porción que está más allá de la rehabilitación. El problema es que es casi imposible identificar qué delincuentes entran en esa categoría. Existen evaluaciones objetivas que pueden diferenciar a los delincuentes que tienen un alto riesgo de reincidencia de aquellos que tienen un riesgo bajo, pero las herramientas no son 100% precisas. Solo pueden proporcionar una aproximación de riesgo, no una garantía de que esta persona en particular cometerá otro delito.
Entonces, lo que nos queda es la necesidad de tratar a todos los delincuentes como potencialmente susceptibles de rehabilitación y dar nuestro mejor esfuerzo. A veces nuestros esfuerzos dan resultado y otras no. Pero, hasta que podamos identificar posibles reincidentes con el 100% de precisión, no tenemos otra opción.