Te estás perdiendo un principio muy importante: el yo que odias no es tu verdadero yo.
Todos tenemos 2 tipos de yo … o al menos, es útil pensar en esos términos. Hay un “yo fragmentado”, tus ideas ordinarias de quién eres, y hay un “yo verdadero”, que siempre está bien, completo y completo.
En este momento, todo lo que puedes ver es el yo roto y fragmentado. Es una mierda, ¿sí? Todo desordenado. Lo que es peor, ¡todo lo que haces para intentar arreglarlo falla! ¿Por qué? Porque esas estrategias reparadoras solo refuerzan el quebrantamiento. Es como hacerte un cumplido: “oye, ¡hoy no he matado a nadie!”. La implicación es que eres un asesino, ¿sí?
Lo mismo con tratar de arreglarte a ti mismo. Todos los intentos de arreglarse a sí mismos traen consigo la implicación de que usted está roto, es por eso que fracasan o fallan.
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Pero tu otro yo, el verdadero yo, está bien. No esta roto No es una mierda, y no necesita ser arreglado. Eso es lo que realmente eres. Pero, tiende a oscurecerse porque no lo entiendes, lo honras, lo respetas o incluso lo reconoces. Así va y se esconde, en efecto. Se vuelve difícil de ver. Aún así, incluso cuando está “latente” y silencioso, sigue siendo completo y completo y está bien, y no es una mierda. Y eso es lo que realmente eres.
Entonces … respeta eso. Honra y expresa la verdadera persona entera que ya eres. Olvídate de tratar de arreglar la propia mierda rota, eso nunca funciona. Solo aprende a reconocer el yo que es verdadero, que ama, que perdona, que se preocupa, que quiere servir y ayudar, que respeta la vida por su poder magnífico. Cuando tratas a ese yo con respeto, crece y se vuelve más fácil de encontrar y más fácil de expresar. Toma el volante con más frecuencia y, gradualmente, el yo de la mierda también se vuelve más manejable.