La conversación es una habilidad aprendida. En última instancia, tiene que ponerse constantemente en situaciones que le ofrezcan comodidad “sobre”.
Cuando estás en una situación social, eres igual a la persona con la que estás hablando. Dejemos de lado la idea de que son de mayor estatus o más bonitas o más conversacionales. En una conversación uno a uno, estás comprometido porque ambos quieren estarlo. Nadie está obligando a la otra persona a hablar contigo, ¡están ahí porque quieren estar!
Aprende el arte de hacer preguntas. Las preguntas son el alma de las conversaciones. Asegúrese de que sus preguntas sean abiertas, y recuerde que las buenas preguntas generan historias. La diferencia entre “¿Así que eres de Phoenix?” y “¿Cómo en el mundo te llevó la vida de Phoenix a Dallas?” es vasto La respuesta a la primera pregunta es “sí”, la respuesta a la segunda demanda una historia personal que sirva para muchos fragmentos en los que ambos puedan relacionarse.
Repetir, relacionar, ofrecer, pedir. Parte de la conversación es mostrarle a la otra persona que estás escuchando, pero lo más importante es que te importa lo que está diciendo . Haga esto repitiendo lo que han dicho con sus propias palabras, relacionándolo con su experiencia, ofreciendo una opinión u opinión únicas, y promoviéndolos para responder a lo que acaba de decir. Puede mantener una conversación atractiva durante horas con ese patrón (tengo).
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¡Pero, en última instancia, hay que practicar! Cuanto más se involucre en estas situaciones, mejor se pondrá.