Esto es más una cuestión de semántica.
En cualquier caso, diría que es mejor que no se sienta “orgulloso” en ninguna circunstancia. Cuando nos damos demasiado crédito a nosotros mismos por nuestros logros, finalmente nos preparamos para el fracaso. No logramos demostrar humildad y comprensión sobre cómo llegamos al punto en que nos encontramos y cómo las circunstancias externas jugaron un papel importante en nuestro éxito. Muchas personas tienen talento y trabajan duro, pero eso no es garantía de éxito.
El “orgullo herido”, como lo llaman, proviene de la ilusión de que las fuerzas externas no juegan un papel importante en la configuración de nuestras vidas. Nos culpamos a nosotros mismos por nuestros fallos percibidos. La verdad, por supuesto, se encuentra en algún punto intermedio. Tampoco somos los amos completos de nuestras vidas, no tenemos ningún poder. No debemos culparnos por cosas que no son nuestra culpa y tampoco debemos tomar demasiado crédito inmerecido.
Creo que, en última instancia, debemos mostrar humildad al reconocer el alcance de nuestra influencia tanto en nuestras propias vidas como en las de los demás.
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