Si y no.
Es cierto que la mente tiene una capacidad sorprendente para afectar y alterar nuestro estado emocional. El pensamiento positivo realmente funciona, y el miedo se puede controlar de manera que no impida seguir adelante con la vida.
Al mismo tiempo, la mente nunca puede controlar completamente las emociones. Las emociones son sucesos espontáneos que se originan en regiones del cerebro que no están bajo el control directo del pensamiento. Los intentos de controlar y dominar las emociones tienden a generar más dolor que felicidad.
Si bien los recuerdos emocionalmente poderosos no se pueden borrar, se pueden replantear y reinterpretar. Y mientras que uno puede “mirar el lado positivo” a pesar de una mala situación (o tomar los ISRS para ayudar a mirar el lado positivo), es incluso mejor trabajar para cambiar la situación. Uno no puede cambiar el pasado, pero el futuro está totalmente abierto.
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Como dice la oración de la serenidad:
Dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
Coraje para cambiar las cosas que puedo,
Y sabiduría para saber la diferencia.
La teoría del desequilibrio químico de la depresión es una simplificación excesiva y no describe con precisión la relación compleja y matizada entre los neurotransmisores, el cerebro, el estado psicológico y el estado de ánimo. Ha sido una simplificación útil en la medida en que replantea la depresión como un problema psicobiológico en lugar de un defecto de carácter. Sin embargo, también es engañoso, ya que minimiza el papel de la identidad, las creencias y los hábitos de pensamiento. Dicho todo esto, los medicamentos modernos son una herramienta poderosa, y no hay razón para sufrir y quedarse estancado si la farmacología moderna puede apoyar un camino hacia el bienestar y el equilibrio psicológico.