A través de la reflexión sobre la vida de uno.
Una vida no examinada no vale la pena vivirla .
Con esto, se utiliza el tiempo de inactividad de uno para pasar por escenarios pasados y examinarlos en busca de lecciones que aprender. A veces, las emociones pueden ser bastante altas inmediatamente después de un evento, y es imposible realizar un examen imparcial.
Una vez que las cosas se hayan enfriado (una semana, un mes, un año o dos después del hecho), vale la pena comprobar qué salió mal y cómo se puede prevenir en el futuro.
Evaluar dónde se encuentra (en las relaciones, en la vida, en los logros) es una necesidad para ver dónde hay brechas (mejoras necesarias).
Dentro de este proceso, uno puede aprender más sobre sí mismo y sobre los demás, mirar honestamente las reacciones y las circunstancias, e incluso intentar enmendarlo (si está justificado).
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El proceso es el mismo que con las etapas de duelo: cuanto más rápido se alcanza la etapa de “aceptación”, más temprano puede comenzar la curación.
La aceptación puede ser cualquier cosa, desde ser honesto sobre uno mismo hasta ser más honesto sobre las acciones de otros hasta admitir la culpa (o la falta de ella), todo varía de persona a persona.