Mi hija tuvo cáncer con ella era una niña. Era una forma rara, por lo que tuvimos que llevarla a la investigación del cáncer para recibir tratamiento. Me quedé con ella para protegerla y mantenerla feliz.
Alrededor de la mitad de su tratamiento de un año, se deprimió mucho. Mientras que su tratamiento había ido muy bien, su cáncer comenzó a aumentar en sus análisis de sangre. Yo estaba horrorizado. Le conseguimos un psiquiatra y probamos todo tipo de cosas.
Por desesperación, la saqué de su cama, la limpié, la vestí con un traje bonito y la puse en una silla de ruedas. Pasamos la mayor parte del día explorando el enorme complejo médico. Almorcé en la cafetería, aunque solo podía tomar un refresco. Ella comenzó a sonreír.
Al día siguiente, su hermano y su padre vinieron a visitarnos y eso la animó aún más.
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A pesar de que estaba agotada por los tratamientos, como un fideo, comenzamos a hacer manualidades juntos. Le compré una peluca que se parecía a su propio cabello. En su próxima visita, su padre y su hermano llevaron a su mejor amiga al hospital con ellos.
Trabajamos muy duro para mantener su ánimo.
Sorprendentemente, como resultado, sus niveles de cáncer comenzaron a disminuir nuevamente. Cuanto más grande sonreía, más baja iba.
Me gustaría decirle que venció al cáncer y que hoy es una mujer encantadora y vibrante. Agradezco a Dios por su recuperación todos los días.