Un par de cosas para tener en cuenta.
1. Ni el ateísmo ni el escepticismo evitarán que uno sea irracional e ilógico. Nuestros cerebros evolucionaron para tomar decisiones rápidas, no precisas. Todos, sean teístas o ateos, cometerán un montón de errores a la hora de decidir qué creen que es verdad. Tenga en cuenta que es difícil saber lo que no sabe y tratar de mantenerse humilde.
2. Las habilidades de pensamiento crítico y la metacognición no son muy enfatizadas en el sistema educativo. Es muy difícil aprender y adquirir las habilidades que permiten a las personas tratar de investigar reclamos. Es incluso más difícil renunciar a las creencias en las que estamos altamente comprometidos. Hacemos todo lo posible para evitar la disonancia cognitiva, incluso aferrarnos a creencias (religiosas o de otro tipo) que son importantes para nosotros mismos. Convertirse en ateo no es solo deshacerse de su creencia, sino que muchas veces significa perder a familiares, amigos, seres queridos, etc. Sin mencionar que todo su entendimiento del mundo se ha derrumbado. Eso tampoco se limita a la religión, ya que las creencias políticas, científicas (o pseudocientíficas) pueden ser igualmente difíciles de cambiar.