Tienes razón, es un conflicto dentro de todos los que alguna vez han amado a alguien que ha muerto.
Las preguntas que debes hacer, son estas:
1. ¿Siempre es un desperdicio pensar en la persona que ha muerto?
2. ¿Cómo querría la persona que ha muerto que viva su vida?
Si es cierto que es un completo desperdicio pensar en la persona que ha muerto, entonces no continuarías pensando en ella. Añadieron algo a su vida, y pensar en esa persona, de ciertas maneras, puede continuar agregando algo a su vida ahora.
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Por ejemplo, “¿Cómo me aconsejaría esa persona en esta situación?” Esa puede ser una manera útil de pensar en ellos.
Para la segunda pregunta, comience por invertir sus posiciones. Di que TÚ fuiste el que murió, y el otro es el que vivió. ¿Te gustaría que esa persona se beneficie de conocerte? Por supuesto. ¿Te gustaría que esa persona se pierda la vida porque tú moriste? Por supuesto no.
Si está seguro de que la persona que murió necesita un memorial permanente, haga un memorial. Hacer algún tipo de santuario a esa persona. Puede ser tan simple como una foto con una lámpara de poca luz que brilla en ella todo el tiempo, en una parte de la casa que verá a veces, pero no todo el tiempo. De esta manera usted puede saber que la persona SIEMPRE está honrada, pero puede permitirse el alivio de no mirarlo con demasiada frecuencia.
Otra cosa que podrías hacer es conseguir una piedra grande y colocarla en tu jardín, o incluso en un lugar público de la naturaleza, y llamarla tu memoria de esta persona. Puedes visitarlo, pero no tienes que vivir en tu mente todo el tiempo.
Con el tiempo, pensamos en los seres queridos perdidos con menos frecuencia, pero a veces, incluso años después, algún recuerdo puede hacer que nos sintamos muy tristes. Pero esa tristeza pasa.
Si descubre que piensa en esta persona más y más, en lugar de menos, y ha intentado externalizar su memoria con algún tipo de memorial o santuario, entonces podría considerar hablar con alguien sobre el problema. Es importante poder seguir adelante. Si las personas no siguieran adelante, la humanidad simplemente terminaría, ya que todos experimentamos la pérdida de seres queridos.
Realmente no dejas de extrañarlos, simplemente llegas al punto en el que perderlos no es tan persistente y miserable. Eventualmente, pensar en ellos es una bendición, no un desastre.