La batalla que no vale la pena escoger es hacer que un adolescente la limpie en su habitación.
En cambio, cierra la puerta, nunca entres y no la mires.
Lo último que quiere hacer es crear una relación de oposición con un adolescente. Es una cuestión de privacidad para ellos. Les gusta la idea de que las cosas están exactamente donde las dejaron por última vez, sin ser tocadas. Es parte de la individuación poder decir “Esto es mío y no se mueve a menos que lo mueva”.
Así que al mover sus cosas (que usted, como adulto, ve como ‘limpiar’), en cambio les está diciendo que no están listas para ‘poseer’ su propio espacio.
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Lo que hagan con su espacio debería depender de ellos. Si no han aprendido hábitos de pulcritud o si no quieren aplicar hábitos, sí lo saben, es su derecho como seres humanos individualizados.
Escoge tus batallas. Una habitación limpia no es una prioridad en la vida. Algunas batallas en la vida cotidiana no valen la pena. Una habitación limpia está en la parte superior de mi lista si usted vive con un adolescente.
En cambio, comprométase y haga que la regla sea: no hay molde. Una vez que el moho comienza a crecer en los alimentos desechados, es cuando es tiempo de que ELLOS lo eliminen todo.