¿Hay algo de sabiduría en la depresión?

En defensa de la tristeza: la felicidad está sobrevalorada

A los estadounidenses les encanta ser felices, solo mire la sección de autoayuda de su librería local. Pero el escritor y profesor Eric Wilson piensa que la felicidad está sobrevalorada. Después de probar yoga, ensaladas, tai-chi y algunos de esos tomos de autoayuda, Wilson concluyó: “El camino al infierno está lleno de planes felices”.

El autor Eric G. Wilson se ha dado cuenta de que nació en el blues, y ha hecho las paces con su estado melancólico. También explora el vínculo entre la tristeza, la creación artística y la depresión, que ha llevado al suicidio en muchos casos bien conocidos: Virginia Woolf, Vincent Van Gogh, Hart Crane y Ernest Hemingway, por ejemplo. Wilson dice que quizás esto sea “solo parte de la naturaleza trágica de la existencia, que a veces hay un gran precio que pagar por las grandes obras o la belleza, por la verdad”.

Este gen, este gen melancólico, ha demostrado ser el código para la innovación. Ha producido a lo largo de los siglos nuestras resplandecientes torres, anhelando hacia el cielo. Ha creado nuestras grandes epopeyas, hambrientas de Dios. Ha inventado nuestras memorables sinfonías, tan tumultuosamente hermosas como el primer océano. Sin este genoma doloroso, estas sublimidades habrían permanecido en el inframundo de la no existencia.

La sabiduría en efecto. Muchas personas dirían que es solo a través de la experiencia del sufrimiento que uno construye el carácter o desarrolla un sentido de empatía y comprensión hacia la condición humana. Aunque, por otro lado, la depresión puede ser un impedimento muy absorbente para el desarrollo personal cuando el dolor es todo lo que el paciente puede pensar o relacionarse. Sin embargo, recuerdo haber leído un par de estudios, en la universidad, que encontraron que los individuos deprimidos tenían una percepción más precisa de su locus de control y menos sesgos en su atribución de causa y efecto a ciertos eventos.