Desde mi experiencia, pensar es difícil porque una persona no puede deconstruir el problema en partes más pequeñas y enfrentarlo uno por uno. Cuando se le presenta un problema o durante una sesión de generación de ideas, una persona se enfrentará a muchas posibilidades y la elección de la opción en la que centrarse es la que descarrila su pensamiento.
Por ejemplo, cuando un automóvil se rompe repentinamente en medio de la carretera, pensar es difícil porque estos son los pensamientos que probablemente pasarán por la mente de una persona:
“¡Voy a llegar tarde!”
“Oh no, ¿alguien va a chocar con mi auto por detrás?”
“¿Por qué mi coche está muerto en este momento?”
“¡No debería haber dejado que mi hija condujera mi auto ayer!”
“Mi jefe no se va a alegrar”
Ninguno de estos pensamientos ayudaría a la situación. La resolución de problemas es difícil en este contexto debido a la presencia de “ruido”: la pregunta correcta, al desconstruir el problema, debería estar en algún lugar en la línea de “¿a quién puedo llamar para pedir ayuda?”, Etc. La falta de enfoque en la pregunta relevante, es el obstáculo para la resolución de problemas en este caso.
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Esto también puede ser cierto durante un examen en el que un estudiante piensa constantemente en “todo el mundo puede hacer esto, solo yo no puedo hacerlo”, “voy a obtener una C”, “mi madre me va a matar”, en cambio de centrarse en los pensamientos que son relevantes para la situación. Una vez más, es la falta de enfoque y la presencia de ruido.
¿De qué viene el esfuerzo? Creo que proviene de la necesidad percibida de prestar atención a cada una de las voces que nuestra mente está generando en el caso de la resolución de problemas. Si podemos enfocar nuestros pensamientos solo en aquellas preguntas que son relevantes, pensar puede ser mucho más fácil.