No hay “más inteligente” o “más tonto” en ningún sentido uniforme.
La inteligencia tiene que ver con valores sociales prefabricados y formas específicas de medir para ellos. No es coherente decir que cualquier cosa hace a alguien más “inteligente” o “tonto”, pero se podría decir que ciertas experiencias, perspectivas o preferencias funcionales pueden llevar a ganancias específicas, generalmente a costa de otras ganancias.
Los rasgos dentro de la “inteligencia” son siempre un equilibrio y una compensación, tanto física como a veces expresiva también. No puede dedicar la misma cantidad de tiempo, energía y enfoque a todas las vías cognitivas, y los diferentes estados funcionales pueden ser más propicios para algunas actividades intelectuales sobre otras. El estilo de vida, la orientación personal con respecto a esas experiencias y otros factores modifican aún más estos potenciales.
El “trastorno mental” no es una cosa física, solo una etiqueta abstracta que organiza varias experiencias en un paradigma psicosocial. Estas experiencias no son intrínsecamente buenas o malas, habilitan o deshabilitan, aunque la forma en que las abordamos y lo que alguien pretende hacer en la vida puede influir en los resultados. Como tal, sería injustificado decir que el “trastorno mental” impide de forma inherente que se aumenten las habilidades.
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A continuación, he enumerado algunos puntos con ejemplos de cómo las experiencias particulares pueden implicar “la capacidad de ser más inteligente” (lo que sea que signifique en última instancia):
- Las experiencias con manía o hipomanía: energía, resiliencia, unidad y claridad a veces pueden acompañar estos estados.
- Experiencias con la psicosis: algunas personas pueden establecer conexiones que otras nunca ven y seguir instrucciones que de otra manera parecerían imposibles.
- Experiencias con depresión: uno puede potencialmente aprender mucho más sobre sí mismo, las relaciones interpersonales y el significado existencial.
- Experiencias con tendencias o compulsiones obsesivas: a veces puede resultar un mayor enfoque, determinación o atención al detalle.
- Experiencias donde uno evita a las personas o socializar, esto puede potencialmente llevar a un compromiso adicional con los materiales y actividades educativas.
Porque, como con todas las habilidades cognitivas, estas implican compromisos o concesiones, también sería injustificado decir que son formas de ser “mejores” o “más fáciles”. No es tan simple, y nuestra responsabilidad como individuos es encontrar formas constructivas de ser nosotros mismos y de dar forma a quién nos convertimos más adelante. A veces las personas no experimentan este tipo de diferencias de manera indefinida, pero para aquellos que lo hacen, encontrar su utilidad y cómo incorporarlos a un estilo de vida auto-efectivo puede ser tanto motivador como auto-actualizado.